Talált 222 Eredmények: Josué

  • Josué los llamó y les dijo: "¿Por qué nos habéis engañado, diciendo que veníais de muy lejos, siendo así que vivís aquí al lado? (Josué 9, 22)

  • Ellos respondieron a Josué: "Tus siervos habían sido informados de cómo el Señor, tu Dios, había mandado a Moisés, su siervo, que se os diera toda la tierra y de que todos sus habitantes fueran exterminados ante vosotros. Y, temiendo por nuestras vidas, hemos hecho esto. (Josué 9, 24)

  • Y desde aquel día Josué los destinó a cortar leña y a llevar el agua, hasta el día de hoy, para toda la comunidad y para el altar del Señor en el lugar que el Señor eligiera. (Josué 9, 26)

  • Cuando supo Adonisedec, rey de Jerusalén, que Josué había tomado Ay y la había entregado al exterminio, tratando a Ay y a su rey como había tratado a Jericó y a su rey, y que los habitantes de Gabaón habían hecho las paces con Israel y que estaban con él, (Josué 10, 1)

  • "Venid a ayudarme a combatir contra Gabaón, porque ha hecho las paces con Josué y con los israelitas". (Josué 10, 4)

  • Las gentes de Gabaón enviaron a decir a Josué al campamento de Guilgal: "No niegues tu ayuda a tus siervos. Ven rápidamente a salvarnos y defendernos, porque se han coligado contra nosotros todos los reyes amorreos que habitan la montaña". (Josué 10, 6)

  • Josué salió de Guilgal, con todos los combatientes, lo más selecto del ejército. (Josué 10, 7)

  • El Señor dijo a Josué: "No temas, porque yo los he entregado en tus manos; ninguno de ellos podrá resistir ante ti". (Josué 10, 8)

  • Josué cayó sobre ellos de improviso, después de haber marchado toda la noche desde Guilgal. (Josué 10, 9)

  • Josué se dirigió al Señor el día en que puso a los amorreos en manos de los israelitas y dijo: "Sol, detente sobre Gabaón, y tú, luna, sobre el valle de Ayalón. (Josué 10, 12)

  • Josué, con todo Israel, volvió al campamento de Guilgal. (Josué 10, 15)

  • Informaron a Josué: "Los cinco reyes han sido descubiertos ocultos en una cueva, cerca de Maqueda". (Josué 10, 17)


“No tumulto das paixões terrenas e das adversidades, surge a grande esperança da misericórdia inexorável de Deus. Corramos confiantes ao tribunal da penitência onde Ele, com ansiedade paterna, espera-nos a todo instante.” São Padre Pio de Pietrelcina