Talált 155 Eredmények: Llamado

  • Mientras ellos esperaban, Ehud huyó, pasó el lugar llamado "Los Ídolos" y se puso a salvo en Seirá. (Jueces 3, 26)

  • Había un hombre en Sorá, de la tribu de Dan, llamado Manóaj, cuya mujer era estéril. No había tenido ningún hijo. (Jueces 13, 2)

  • Había un hombre en la montaña de Efraín llamado Micá, (Jueces 17, 1)

  • Noemí tenía, por parte de su marido, un pariente muy rico llamado Booz, de la familia de Elimélec. (Rut 2, 1)

  • Fue corriendo donde estaba Elí y le dijo: "Aquí estoy, pues me has llamado". Elí dijo: "No te he llamado; vuelve a dormir". Y Samuel fue a acostarse. (I Samuel 3, 5)

  • Por segunda vez lo llamó el Señor: "¡Samuel!". Y Samuel se levantó, fue adonde estaba Elí y le dijo: "Aquí estoy, pues me has llamado". Elí respondió: "No te he llamado; vuelve a acostarte, hijo mío". (I Samuel 3, 6)

  • Por tercera vez lo llamó el Señor: "¡Samuel!". Se levantó, fue adonde estaba Elí y le dijo: "Aquí estoy, pues me has llamado". Comprendió entonces Elí que era el Señor el que lo llamaba, (I Samuel 3, 8)

  • Había un hombre de la tribu de Benjamín llamado Quis, hijo de Abiel, hijo de Seror, hijo de Becorat, hijo de Afiaj; un hombre valiente. (I Samuel 9, 1)

  • Tenía un hijo llamado Saúl, buen mozo. No había entre los israelitas quien le superase; a todos les sacaba la cabeza. (I Samuel 9, 2)

  • Entonces salió de las filas de los filisteos un campeón llamado Goliat, de Gat, cuya estatura era de unos tres metros. (I Samuel 17, 4)

  • David era el hijo de un efrateo de Belén de Judá, llamado Jesé, que tenía ocho hijos. Este hombre, en tiempos de Saúl, era ya viejo, muy entrado en años. (I Samuel 17, 12)

  • Cuando estaba hablando con ellos, el campeón, llamado Goliat, de Gat, salió de las filas de los filisteos y repitió las mismas palabras. David las oyó. (I Samuel 17, 23)


“Nunca vá se deitar sem antes examinar a sua consciência sobre o dia que passou. Enderece todos os seus pensamentos a Deus, consagre-lhe todo o seu ser e também todos os seus irmãos. Ofereça à glória de Deus o repouso que você vai iniciar e não esqueça do seu Anjo da Guarda que está sempre com você.” São Padre Pio de Pietrelcina