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  • Pero sus hombres le dijeron: «¡Mira!, aquí en Judá estamos amenazados y en peligro. ¿Qué será si además tenemos líos con los filisteos?» (1 Samuel 23, 3)

  • Respondió David: «Aquí está la lanza del rey, que venga uno de tus servidores a buscarla. (1 Samuel 26, 22)

  • Entonces dijo a sus muchachos: «Búsquenme a una mujer que evoque los espíritus de los muertos, para que yo me vaya a consultarla.» Ellos respondieron: «Precisamente aquí, cerca, en Endor, hay una.» (Saúl había echado del país a los adivinos y a los que consultan a los espíritus de los muertos.) (1 Samuel 28, 7)

  • Los jefes de los filisteos dijeron: «¿Qué hacen aquí estos hebreos?» Aquís les respondió: «Es David, el servidor de Saúl, rey de Israel, que hace ya uno o dos años que está conmigo, y desde el día de su venida hasta hoy no he tenido nada que reprocharle.» (1 Samuel 29, 3)

  • Yo respondí: "Aquí estoy". Me preguntó: "¿Quién eres?" Le respondí: "Un amalecita". (2 Samuel 1, 8)

  • Presentaron la cabeza a David en Hebrón diciéndole: «Aquí tienes la cabeza de Isbaal, hijo de Saúl, tu enemigo, el que deseaba tu muerte. Yavé te ha vengado hoy de Saúl y de su descendencia.» (2 Samuel 4, 8)

  • Después de esto, el rey y sus hombres marcharon hacia Jerusalén contra los jebuseos, que ocupaban el país. Estos le dijeron: «No entrarás aquí, pues bastarán los cojos y los ciegos para rechazarte.» Con eso querían decir que jamás iba a entrar en la ciudad. (2 Samuel 5, 6)

  • David le dijo entonces: «Bueno, quédate aquí por hoy y mañana te despediré.» Así, pues, Urías se quedó aquel día en Jerusalén. (2 Samuel 11, 12)

  • Yonadab le dijo: «Quédate en cama, y cuando tu padre vaya a visitarte, dile: Da permiso a mi hermana Tamar para que venga a darme de comer; que me pre pare algo aquí mismo, para que yo lo vea, y en seguida me lo sirva con sus propias manos.» (2 Samuel 13, 5)

  • Permíteme volver a mi ciudad para morir junto al sepulcro de mi padre y de mi madre. Que mi hijo Kimham, aquí presente, siga contigo. (2 Samuel 19, 38)

  • El rey dijo a Amasá: «Reúneme a los hombres de Judá en el plazo de tres días. Y luego preséntate aquí.» (2 Samuel 20, 4)

  • Entró Banaías en la Tienda de Yavé y le dijo: «El rey manda que salgas fuera.» Joab se negó y declaró: «Aquí moriré.» Banaías llevó la respuesta al rey, diciendo: «Esto he dicho a Joab y esto es lo que me ha respondido.» (1 Reyes 2, 30)


“A cada vitória sobre o pecado corresponde um grau de glória eterna”. São Padre Pio de Pietrelcina