Fondare 809 Risultati per: historia de Judá

  • La segunda suerte le tocó a Simeón, o sea, a la tribu de los hijos de Simeón con sus clanes. La herencia que se les asignó estaba en medio del territorio de los hijos de Judá. (Josué 19, 1)

  • la que se tomó de la porción de territorio asignada a los hijos de Judá, porque la parte de estos últimos era demasiado grande. Así los hijos de Simeón recibieron su herencia en medio de los hijos de Judá. (Josué 19, 9)

  • Con este fin, los israelitas consagraron las siguientes ciudades: Quedes, en Galilea, en la montaña de Neftalí; Siquém, en la montaña de Efraím; Quiriat Arba -o sea Hebrón- en la montaña de Judá. (Josué 20, 7)

  • Se hizo el sorteo para los clanes de los quehatitas; y a los levitas descendientes de Aarón, el sacerdote, les tocaron en suerte trece ciudades de las tribus de Judá, de Simeón y de Benjamín; (Josué 21, 4)

  • Ellos les entregaron las ciudades de la tribu de Judá y de la tribu de Simeón que se nombran más adelante. (Josué 21, 9)

  • a ellos les dieron Quiriat Arbá -la ciudad de Arbá, el padre de Anac, o sea, Hebrón- en la montaña de Judá, con los campos de pastoreo que tenía a su alrededor. (Josué 21, 11)

  • El Señor respondió: "Que suba Judá, porque yo he puesto el país en sus manos". (Jueces 1, 2)

  • Entonces Judá dijo a su hermano Simeón: "Sube conmigo al territorio que me ha tocado en suerte. Atacaremos a los cananeos, y después yo iré contigo al territorio que te ha sido asignado". Y Simeón lo acompañó. (Jueces 1, 3)

  • Cuando Judá subió, el Señor puso en sus manos a los cananeos y a los perizitas, y derrotaron en Bézec a diez mil hombres. (Jueces 1, 4)

  • La tribu de Judá atacó a Jerusalén; la tomaron, pasaron a sus habitantes al filo de la espada e incendiaron la ciudad. (Jueces 1, 8)

  • Luego la tribu de Judá fue a combatir contra los cananeos que habitaban en la Montaña, el Négueb y la Sefelá. (Jueces 1, 9)

  • Judá avanzó contra los cananeos que habitaban en Hebrón -Hebrón se llamaba antiguamente Quiriat Arbá- y derrotó a Sesai, Ajimán y Talmai. (Jueces 1, 10)


“Não queremos aceitar o fato de que o sofrimento é necessário para nossa alma e de que a cruz deve ser o nosso pão cotidiano. Assim como o corpo precisa ser nutrido, também a alma precisa da cruz, dia a dia, para purificá-la e desapegá-la das coisas terrenas. Não queremos entender que Deus não quer e não pode salvar-nos nem santificar-nos sem a cruz. Quanto mais Ele chama uma alma a Si, mais a santifica por meio da cruz.” São Padre Pio de Pietrelcina