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  • Pero tengo algo contra ti: tienes secuaces de la doctrina de Balaán, el cual enseñaba a Balac la manera de hacer caer a los israelitas, incitándoles a comer carnes sacrificadas a los ídolos y a fornicar. (Apocalipsis 2, 14)

  • Acuérdate de cómo recibiste y oíste la palabra; guárdala y arrepiéntete. Porque, si no despiertas, caeré sobre ti como un ladrón, sin que sepas a qué hora te voy a sorprender. (Apocalipsis 3, 3)

  • Conozco tus obras: tengo abierta delante de ti una puerta que nadie puede cerrar, porque, a pesar de tu debilidad, has guardado mi palabra y no has renegado de mí. (Apocalipsis 3, 8)

  • Conozco tus obras: no eres ni frío ni caliente. Ojalá fueses frío o caliente. (Apocalipsis 3, 15)

  • Los cuatro animales tenían cada uno seis alas, y alrededor y en el interior estaban llenos de ojos. Y repetían sin cesar día y noche: Santo, santo, santo es el Señor, el todopoderoso, el que era, el que es, el que viene. (Apocalipsis 4, 8)

  • Y decían con fuerte voz: El cordero degollado es digno de recibir poder, riqueza, sabiduría, fuerza, gloria y alabanza. (Apocalipsis 5, 12)

  • Oí que todas las criaturas del cielo, de la tierra, de debajo de la tierra y del mar decían: Al que se sienta en el trono y al cordero la alabanza, el honor, la gloria y el poder por los siglos de los siglos. (Apocalipsis 5, 13)

  • Cuando el cordero abrió el tercer sello, oí gritar al tercer ser viviente: Ven. Y vi aparecer un caballo negro, cuyo jinete tenía en la mano una balanza. (Apocalipsis 6, 5)

  • Y oí como una voz que salía de los cuatro seres vivientes, que decía: Un celemín de trigo por el salario de un día; tres celemines de cebada por el salario de un día; pero el aceite y el vino no tocarlos. (Apocalipsis 6, 6)

  • Cuando el cordero abrió el quinto sello, vi debajo del altar vivos a los que habían sido degollados por proclamar la palabra de Dios y por el testimonio que habían dado. (Apocalipsis 6, 9)

  • Uno de los ancianos tomó la palabra y me dijo: "Esos que están vestidos con vestiduras blancas, ¿quiénes son y de dónde han venido?". (Apocalipsis 7, 13)

  • su pecho, como una coraza de hierro, y el rumor de sus alas, como el ruido de carros de muchos caballos que corren a la batalla; (Apocalipsis 9, 9)


“Você deve ter sempre prudência e amor. A prudência tem olhos; o amor tem pernas. O amor, como tem pernas, gostaria de correr a Deus. Mas seu impulso de deslanchar na direção dEle é cego e, algumas vezes, pode tropeçar se não for guiado pela prudência, que tem olhos.” São Padre Pio de Pietrelcina