Encontrados 352 resultados para: desierto

  • Algunos de Zif habían ido a Guibea a decirle a Saúl: «David está escondido entre nosotros, en los refugios de Jarsa, en el cerro de Jaquila, que está al sur del desierto. (1 Samuel 23, 19)

  • Despidiéndose de Saúl se volvieron a Zif antes que él. David y sus hombres estaban en una llanura que queda al sur del desierto de Maón. Saúl y sus hombres salieron en su busca. (1 Samuel 23, 24)

  • Cuando lo supo David, bajó a una quebrada rocosa, en el mismo desierto. Informado Saúl, partió también para allá. (1 Samuel 23, 25)

  • Cuando Saúl regresó, después de perseguir a los filisteos, se le informó: «David está en el desierto de Engadí.» (1 Samuel 24, 2)

  • Luego bajó David al desierto de Maón. Allí había un hombre que tenía su hacienda en Carmelo. Era un hombre muy rico y poseía millares de ovejas y cabras. (1 Samuel 25, 2)

  • David había dicho: «Inútilmente he protegido todas las pertenencias de este hombre en el desierto para que nada le desapareciera. Ahora me paga mal por bien. (1 Samuel 25, 21)

  • Los zifitas vinieron a Guibea a decirle a Saúl que David estaba escondido en la loma de Jaquilá, frente al desierto. (1 Samuel 26, 1)

  • Saúl se levantó y bajó al desierto de Zif, acompañado de tres mil hombres escogidos de todo Israel, para buscar allí a David. (1 Samuel 26, 2)

  • Acampó Saúl en la loma de Jaquilá, que está al frente del desierto junto al camino, mientras que David estaba en el desierto. Cuando David se enteró que Saúl había venido al desierto en busca suya, (1 Samuel 26, 3)

  • Joab y Abisaí continuaron la persecución de Abner; al atardecer, llegaron a Ammá, que está al oriente de Guiaj, sobre el camino del desierto de Gabaón. (2 Samuel 2, 24)

  • Todos lloraban en voz alta, mientras desfilaba la gente. El rey atravesó el torrente Cedrón, y toda la gente pasó al oriente del camino que bordea el desierto. (2 Samuel 15, 23)

  • Miren, yo me voy a detener en los pasos del desierto esperando que ustedes me manden noticias.» (2 Samuel 15, 28)


“Uma Missa bem assistida em vida será mais útil à sua salvação do que tantas outras que mandarem celebrar por você após sua morte!” São Padre Pio de Pietrelcina