Encontrados 1919 resultados para: San

  • ¿Quién no temerá, Señor, y no glorificará tu nombre? Porque sólo tú eres santo, y todas las naciones vendrán y se postrarán ante ti, porque han quedado de manifiesto tus justos designios». (Apocalipsis 15, 4)

  • Después de esto vi que se abría en el cielo el Santuario de la Tienda del Testimonio, (Apocalipsis 15, 5)

  • y salieron del Santuario los siete Angeles que llevaban las siete plagas, vestidos de lino puro, resplandeciente, ceñido el talle con cinturones de oro. (Apocalipsis 15, 6)

  • Y el Santuario se llenó del humo de la gloria de Dios y de su poder, y nadie podía entrar en el Santuario hasta que se consumaran las siete plagas de los siete Angeles. (Apocalipsis 15, 8)

  • Y oí una fuerte voz que desde el Santuario decía a los siete Angeles: «Id y derramad sobre la tierra las siete copas del furor de Dios.» (Apocalipsis 16, 1)

  • El segundo derramó su copa sobre el mar; y se convirtió en sangre como de muerto, y toda alma viviente murió en el mar. (Apocalipsis 16, 3)

  • El tercero derramó su copa sobre los ríos y sobre los manantiales de agua; y se convirtieron en sangre. (Apocalipsis 16, 4)

  • Y oí al Angel de las aguas que decía: «Justo eres tú, "Aquel que es y que era", el Santo, pues has hecho así justicia: (Apocalipsis 16, 5)

  • porque ellos derramaron la sangre de los santos y de los profetas y tú les has dado a beber sangre; lo tienen merecido.» (Apocalipsis 16, 6)

  • El séptimo derramó su copa sobre el aire; entonces salió del Santuario una fuerte voz que decía: «Hecho está». (Apocalipsis 16, 17)

  • Y vi que la mujer se embriagaba con la sangre de los santos y con la sangre de los mártires de Jesús. Y me asombré grandemente al verla; (Apocalipsis 17, 6)

  • Alégrate por ella, cielo, y vosotros, los santos, los apóstoles y los profetas, porque al condenarla a ella, Dios ha juzgado vuestra causa. (Apocalipsis 18, 20)


“A pessoa que nunca medita é como alguém que nunca se olha no espelho e, assim, não se cuida e sai desarrumada. A pessoa que medita e dirige seus pensamentos a Deus, que é o espelho de sua alma, procura conhecer seus defeitos, tenta corrigi-los, modera seus impulsos e põe em ordem sua consciência.” São Padre Pio de Pietrelcina