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  • Les aseguro, hermanos, que lo puramente humano no puede tener parte en el Reino de Dios, ni la corrupción puede heredar lo que es incorruptible. (I Corintios 15, 50)

  • -como ya lo han comprendido en parte- que en el Día de nuestro Señor Jesús, podrán sentirse orgullosos de nosotros, como nosotros de ustedes. (II Corintios 1, 14)

  • Por otra parte, Dios tiene poder para colmarlos de todos sus dones, a fin de que siempre tengan lo que les hace falta, y aún les sobre para hacer toda clase de buenas obras. (II Corintios 9, 8)

  • Nosotros, por nuestra parte, no nos gloriamos más allá de lo debido, sino que usamos la medida que Dios mismo nos ha fijado al hacernos llegar hasta ustedes. (II Corintios 10, 13)

  • ¡Ojalá quisieran tolerar un poco de locura de mi parte! De hecho, ya me toleran. (II Corintios 11, 1)

  • En mis innumerables viajes, pasé peligros en los ríos, peligros de asaltantes, peligros de parte de mis compatriotas, peligros de parte de los extranjeros, peligros en la ciudad, peligros en lugares despoblados, peligros en el mar, peligros de parte de los falsos hermanos, (II Corintios 11, 26)

  • Ahora estoy dispuesto a visitarlos por tercera vez, y tampoco en esta oportunidad les seré gravoso, porque lo que yo busco no son sus bienes, sino a ustedes mismos: en efecto, no son los hijos los que deben ahorrar para los padres, sino los padres para los hijos. (II Corintios 12, 14)

  • Iré a visitarlos por tercera vez. Toda cuestión debe decidirse por la declaración de dos o tres testigos. (II Corintios 13, 1)

  • Pablo, Apóstol -no de parte de hombres ni por la mediación de un hombre, sino por Jesucristo y por Dios Padre que lo resucitó de entre los muertos- (Gálatas 1, 1)

  • Pero no existe mediador cuando hay una sola parte, y Dios es uno solo. (Gálatas 3, 20)

  • Llegue a ustedes la gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo. (Efesios 1, 2)

  • Y sépanlo bien: ni el hombre lujurioso, ni el impuro, ni el avaro -que es un idólatra- tendrán parte en la herencia del Reino de Cristo y de Dios. (Efesios 5, 5)


“Nunca vá se deitar sem antes examinar a sua consciência sobre o dia que passou. Enderece todos os seus pensamentos a Deus, consagre-lhe todo o seu ser e também todos os seus irmãos. Ofereça à glória de Deus o repouso que você vai iniciar e não esqueça do seu Anjo da Guarda que está sempre com você.” São Padre Pio de Pietrelcina