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  • Ha llegado la hora de entrar en la Alianza de Yavé, tu Dios, mediante el juramento. (Deuteronomio 29, 11)

  • Las generaciones futuras, los que nacerán después de ustedes, el extranjero llegado de un país lejano, verán las plagas de esta tierra y las enfermedades con que Yavé la castigará, (Deuteronomio 29, 21)

  • Todo lo contrario, mi palabra ha llegado bien cerca de ti; ya la tienes en la boca y la sabes de memoria, y sólo hace falta ponerla en práctica. (Deuteronomio 30, 14)

  • Aquel día me enojaré contra ellos, los abandonaré y les ocultaré mi rostro; entonces no les quedará más que ser devorados, y los alcanzarán muchos males y adversidades. Aquel día dirán: ¿No me habrán llegado estos males porque mi Dios ya no está en medio de nosotros? (Deuteronomio 31, 17)

  • Israel ya no hará frente a sus enemigos, sino que huirá de ellos, pues ha llegado a ser anatema. Yo no estaré más con ellos hasta que hayan expulsado de entre ustedes esta maldición. (Josué 7, 12)

  • Envió mensajeros donde Abimelec en secreto para decirle: «Mira que Gaal, hijo de Obed, ha llegado con sus hermanos a Siquem y está sublevando a la ciudad contra ti. (Jueces 9, 31)

  • Llegado a su casa, tomó un cuchillo y tomando a su concubina la partió, miembro por miembro, en doce trozos y los mandó por todo el territorio de Israel. (Jueces 19, 29)

  • El levita, marido de la mujer asesinada, tomó la palabra y dijo: «Había llegado con mi concubina a Guibea de Benjamín para pasar la noche. (Jueces 20, 4)

  • Como ella se lo diera, Rut salió al campo y se puso a espigar detrás de los segadores. Dio la coincidencia de que el campo adonde ella había llegado pertenecía a Booz, pariente de Elimelec, que precisamente llegó ese día de Belén. (Rut 2, 3)

  • Cuando los filisteos oyeron esa aclamación estruendosa dijeron: «¿Qué significarán esas aclamaciones tan grandes en el campamento de los israelitas?» Luego se enteraron de que el Arca de Yavé había llegado al campamento. (1 Samuel 4, 6)

  • «Mañana, a esta misma hora, te enviaré un hombre de la tierra de Benjamín. Lo ungirás como jefe de mi pueblo, Israel, y él lo librará de la mano de los filisteos, porque he visto la aflicción de mi pueblo y su clamor ha llegado a mí.» (1 Samuel 9, 16)

  • David y sus hombres estaban sentados en el fondo de la cueva. Estos le dijeron: «Mira. Ha llegado el día que te anunció Yavé cuando te hizo esta promesa: Entregaré a tu enemigo en tus manos y tú lo tratarás como te parezca.» David se levantó, y silenciosamente cortó la punta del manto de Saúl. (1 Samuel 24, 5)


“Como é belo esperar!” São Padre Pio de Pietrelcina