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  • Y tú les comunicarás todas estas cosas y les dirás: Ruge Yavé desde lo alto, y grita desde su santa morada. Ruge con fuerza contra su corral y lanza gritos como los que pisan la uva en el lagar. A todos los habitantes de la tierra, hasta el fin del mundo, ha llegado el eco de su voz. (Jeremías 25, 30)

  • Partieron en medio de lágrimas, pero los hago regresar contentos; los voy a llevar a los arroyos por un camino plano para que nadie se caiga. Pues he llegado a ser un padre para Israel y Efraím es mi primogénito. (Jeremías 31, 9)

  • En ese tiempo dijo Jeremías: Una palabra de Yavé me ha llegado, esto me dice: (Jeremías 32, 6)

  • Todos ellos regresaron de los distintos lugares donde se habían refugiado y, luego de haber llegado a la tierra de Judá, junto a Godolías, en Mispá, hicieron una gran cosecha de vino y fruta. (Jeremías 40, 12)

  • Porque ha llegado el día en que serán aniquilados todos los filisteos, y en que Tiro y Sidón verán derrotados hasta sus últimos aliados. Sí, Yavé exterminará a los filisteos, a los restos de la isla de Caftor. (Jeremías 47, 4)

  • Nos han llegado noticias del orgullo de Moab, es un orgullo muy grande. (Jeremías 48, 29)

  • Degüellen todos sus novillos, que marchen al matadero. ¡Ay de ellos, porque ha llegado su día, la hora de su castigo!» (Jeremías 50, 27)

  • Contra ti me dirijo, Insolencia, dice el Señor Yavé de los Ejércitos; ha llegado tu día, la hora de tu castigo. (Jeremías 50, 31)

  • Tú que resides cerca de grandes ríos, tú, rica en tesoros ha llegado tu fin, el término de tus rapiñas. (Jeremías 51, 13)

  • Todo su pueblo gime y busca pan. Entregan sus joyas a cambio de comida, para conservar la vida. «Mira, ¡oh Yavé!, y observa a qué humillación he llegado.» (Lamentaciones 1, 11)

  • Nuestro fin estaba cercano y, cumplidos nuestros días, ha llegado. (Lamentaciones 4, 19)

  • Pues bien, tú les dirás esta palabra de Yavé: Haré que lo que dicen quede en falso y que no lo repitan más en Israel. Y tu añadirás: Han llegado los días en que se cumplirá toda visión. (Ezequiel 12, 23)


“Que Jesus reine sempre soberano no seu coração e o faça cada vez mais digno de seus divinos dons.” São Padre Pio de Pietrelcina