Fundar 1017 Resultados para: ciudad de refugio

  • Si hay árboles que no son frutales, córtalos y haz con ellos escaleras e instrumentos que te sirvan para tomar la ciudad que te opone resistencia. (Deuteronomio 20, 20)

  • sus padres lo agarrarán y llevarán ante los jefes de la ciudad, a la puerta donde se juzga, (Deuteronomio 21, 19)

  • En ese caso el padre y la madre de la joven tomarán el paño en que están las señas de su virginidad y lo mostrarán a los jueces de la ciudad. (Deuteronomio 22, 15)

  • Vean, pues, ahí las pruebas de la virginidad de mi hija.» Y extenderán el paño delante de los jueces de la ciudad. (Deuteronomio 22, 17)

  • Si una joven está prometida en matrimonio a un hombre, y otro hombre la encuentra en la ciudad y se acuesta con ella, (Deuteronomio 22, 23)

  • los llevarán a los dos y los apedrearán hasta que mueran: la joven porque no gritó y no pidió ayuda, estando en la ciudad, y el hombre, porque deshonró a la mujer de su prójimo. Así harás desaparecer el mal de en medio de ti. (Deuteronomio 22, 24)

  • Porque, cuando ustedes venían de Egipto, no les salieron al encuentro con pan y agua sino que trajeron a Balaam, hijo de Beor de la ciudad de Petar en Mesopotamia, para que los maldijera. (Deuteronomio 23, 5)

  • En el caso de que el hombre se niegue a cumplir su deber de cuñado, ella se presentará a la puerta de la ciudad y dirá a los ancianos: «Mi cuñado se niega a perpetuar el nombre de su hermano en Israel, no quiere ejercer en mi favor su deber de cuñado.» (Deuteronomio 25, 7)

  • El tercer año, año del diezmo, cuando hayas acabado de separar el diezmo de todas tus cosechas y se lo hayas dado al levita, al forastero, a la viuda y al huérfano, para que lo coman en tu misma ciudad hasta saciarse, (Deuteronomio 26, 12)

  • Bendito serás en la ciudad y en el campo. (Deuteronomio 28, 3)

  • Maldito serás en la ciudad y en el campo. (Deuteronomio 28, 16)

  • Y les dirá: ¿Dónde están sus dioses, la roca en la que buscaban su refugio, (Deuteronomio 32, 37)


“Tenhamos sempre horror ao pecado mortal e nunca deixemos de caminhar na estrada da santa eternidade.” São Padre Pio de Pietrelcina