Fundar 1017 Resultados para: ciudad de refugio

  • los que comían la grasa de sus sacrificios y bebían el vino de sus ofrendas? ¡Que se levanten y los salven a ustedes!, ¡sean ellos su amparo y refugio! (Deuteronomio 32, 38)

  • El Dios eterno es tu refugio, te protegen sus brazos para siempre. Arroja ante ti al enemigo y te dice: Acaba con él. (Deuteronomio 33, 27)

  • el Negueb, la llanura, el valle de Jericó, ciudad de las Palmeras, hasta Soar. (Deuteronomio 34, 3)

  • Josué hizo salir secretamente desde Setim a dos exploradores con la siguiente orden: «Vayan y observen bien el terreno y la ciudad de Jericó.» Los exploradores fueron y tan pronto llegaron a Jericó se hospedaron en casa de una prostituta llamada Rahab. (Josué 2, 1)

  • Y al anochecer, poco antes de que se cerraran las puertas de la ciudad, se fueron. No sé a dónde se marcharon, pero dense prisa y seguramente los alcanzarán.» (Josué 2, 5)

  • Los perseguidores los buscaron por el camino que lleva al valle del Jordán y, en cuanto salieron, se cerraron las puertas de la ciudad. (Josué 2, 7)

  • Después de esto, los bajó con una cuerda por la ventana, ya que su casa estaba pegada al muro de la ciudad. (Josué 2, 15)

  • las aguas que venían de arriba se cortaron. Se detuvieron las aguas, formando como una represa, muy lejos de aquel lugar, junto a Adam, la ciudad vecina de Sartán. Las aguas que bajaban al mar Muerto fueron bajando hasta detenerse, y así el pueblo pudo atravesar frente a Jericó. (Josué 3, 16)

  • Los habitantes de Jericó habían cerrado la ciudad y puesto sus cerrojos para que no entraran los israelitas: nadie entraba ni salía. (Josué 6, 1)

  • Pero Yavé dijo a Josué: «Te entregaré la ciudad, su rey y todos sus hombres de guerra. (Josué 6, 2)

  • Para esto, ustedes tendrán que dar una vuelta a la ciudad cada día durante seis días. (Josué 6, 3)

  • cuando suenen las trompetas todo el pueblo subirá al ataque, dando su grito de guerra. En ese momento se derrumbarán los muros de la ciudad y cada uno entrará por lo más directo.» (Josué 6, 5)


“Você deve ter sempre prudência e amor. A prudência tem olhos; o amor tem pernas. O amor, como tem pernas, gostaria de correr a Deus. Mas seu impulso de deslanchar na direção dEle é cego e, algumas vezes, pode tropeçar se não for guiado pela prudência, que tem olhos.” São Padre Pio de Pietrelcina