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  • Gad se presentó a David y le llevó la noticia, diciendo: "¿Qué prefieres: soportar tres años de hambre en tu país, o huir tres meses ante la persecución de tu enemigo, o que haya tres días de peste en tu territorio? Piensa y mira bien ahora lo que debo responder al que me envió". (II Samuel 24, 13)

  • Benaías entró en la Carpa del Señor y dijo a Joab: "El rey ordena que salgas". Pero él replicó: "No, moriré aquí". Benaías llevó la respuesta al rey: "Joab ha dicho esto y me ha respondido así". (I Reyes 2, 30)

  • Salomón se emparentó con el Faraón, rey de Egipto: tomó por esposa a la hija del Faraón y la llevó a la Ciudad de David, hasta que terminó de construir su propia casa, la Casa del Señor y el muro en torno de Jerusalén. (I Reyes 3, 1)

  • Así fue terminado todo el trabajo que hizo el rey Salomón en la Casa del Señor. Salomón llevó todas las ofrendas que había consagrado su padre David: la plata, el oro y los demás utensilios, y los depositó en los tesoros de la Casa del Señor. (I Reyes 7, 51)

  • El viejo profeta recogió el cadáver del hombre de Dios, lo cargó sobre el asno y lo llevó a la ciudad para hacer duelo por él y enterrarlo. (I Reyes 13, 29)

  • y le dijeron: "Hay aquí, entre tus servidores, cincuenta hombres valientes. Deja que vayan a buscar a tu señor; tal vez el espíritu del Señor se lo llevó y lo arrojó sobre alguna montaña o en algún valle". Él replicó: "No envíen a nadie". (II Reyes 2, 16)

  • Él lo tomó y se lo llevó a su madre. El niño estuvo en la falda de su madre hasta el mediodía y luego murió. (II Reyes 4, 20)

  • Entonces Eliseo les dijo: "No es este el camino ni es esta la ciudad. Síganme y yo los llevaré hacia donde está el hombre que ustedes buscan". Y los llevó a Samaría. (II Reyes 6, 19)

  • diciendo: "Ven conmigo y mira el celo que tengo por el Señor". Y lo llevó en su carro. (II Reyes 10, 16)

  • Se apoderó de todo el oro y la plata y de todos los objetos que había en la Casa del Señor y en los tesoros de la casa del rey, se llevó algunos rehenes, y se volvió a Samaría. (II Reyes 14, 14)

  • ¿No lo has oído? Hace mucho tiempo que lo he preparado: lo he planeado desde los tiempos antiguos y ahora lo llevo a cabo. Así, tú has reducido a un montón de ruinas las ciudades fortificadas. (II Reyes 19, 25)

  • Sacó del Templo del Señor el poste sagrado, y lo llevó fuera de Jerusalén, al torrente Cedrón; allí lo quemó hasta reducirlo a polvo, y arrojó el polvo a la fosa común. (II Reyes 23, 6)


“Vive-se de fé, não de sonhos.” São Padre Pio de Pietrelcina