Löydetty 365 Tulokset: tomó

  • Tomó pues cada uno su incensario, le puso fuego e incienso y se presentó a la entrada de la Tienda de las Citas, junto con Moisés y Aarón. (Números 16, 18)

  • El sacerdote Eleazar tomó entonces los incensaios de cobre que pertenecieron a los que habían sido quemados e hizo con ellos placas para revestir el altar. (Números 17, 4)

  • El rey de Arad, un cananeo que vivía en el Neguev, supo que Israel venía por el camino de Atarim. Atacó a Israel y tomó algunos prisioneros. (Números 21, 1)

  • Al ver eso, Finjas, hijo de Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, tomó una lanza, (Números 25, 7)

  • Moisés hizo como le había mandado Yavé; tomó a Josué y lo puso delante del sacerdote Eleazar y delante de todo el pueblo. (Números 27, 22)

  • Moisés tomó de esta mitad perteneciente a los hijos de Israel a razón de uno por cincuenta hombres y animales y se los dio a los levitas que cuidan la Morada de Yavé, como Yavé había ordenado a Moisés. (Números 31, 47)

  • pero a ustedes los tomó y los sacó del horno que es Egipto, para que fueran su propio pueblo como lo son ahora. (Deuteronomio 4, 20)

  • El padre de la joven dirá a los jueces: «He dado a mi hija por esposa a este hombre, pero ya no la quiere, y ahora pretende que no la tomó virgen. (Deuteronomio 22, 16)

  • Pero si éste también ya no la quiere y la despide con un certificado de divorcio, o bien si llega a morir este otro hombre que la tomó como mujer suya, (Deuteronomio 24, 3)

  • Como un águila cubre a sus polluelos, y revolotea sobre ellos, así él extendió sus alas y lo tomó y lo llevó sobre sus plumas. (Deuteronomio 32, 11)

  • Entonces Josué tomó a Acán, junto con la plata, la capa y el oro, con sus hijos y también sus hijas, sus bueyes, burros y ovejas, su tienda y todo cuanto tenía. Todo Israel lo acompañaba y los llevaron al valle de Acor. (Josué 7, 24)

  • (Después tomó cinco mil hombres, que dispuso en emboscada entre Betel y Hay, al oeste de la ciudad.) (Josué 8, 12)


“Subamos sem nos cansarmos, sob a celeste vista do Salvador. Distanciemo-nos das afeições terrenas. Despojemo-nos do homem velho e vistamo-nos do homem novo. Aspiremos à felicidade que nos está reservada.” São Padre Pio de Pietrelcina