Löydetty 107 Tulokset: vinieron

  • Vinieron, pues, donde él todos sus hermanos y todas sus hermanas, así como todos sus conocidos de antaño; y mientras celebraban con él un banquete en su casa, le compadecieron y le consolaron por todo el infortunio que Yahveh había traído sobre él. Y cada uno de ellos le hizo el obsequio de un agno de plata y de un anillo de oro. (Job 42, 11)

  • Cuando los zifitas vinieron a decir a Saúl: «¿No está escondido David entre nosotros?» (Salmos 54, 2)

  • mandó él, y vinieron los mosquitos, los cínifes por toda su comarca. (Salmos 105, 31)

  • Vinieron a las manos y cayeron en el combate unos 5.000 hombres del ejército de Lisias. (I Macabeos 4, 34)

  • Los de las ciudad vinieron a suplicarle y Jonatán les dio la mano, pero tomó como rehenes a los hijos de los jefes y los envió a Jerusalén. A continuación, siguió recorriendo la región hasta Damasco. (I Macabeos 11, 62)

  • Con ella me vinieron a la vez todos los bienes, y riquezas incalculables en sus manos. (Sabiduría 7, 11)

  • Grandes son en verdad tus juicios e inenarrables, por donde almas ignorantes se vinieron a engañar. (Sabiduría 17, 1)

  • En efecto, vinieron todos los jefes a Jeremías, le interrogaron, y él les respondió conforme a lo que queda dicho que le había mandado el rey: y ellos quedaron satisfechos, porque nada se sabía de lo hablado. (Jeremías 38, 27)

  • Entonces Yojanán, hijo de Caréaj, y todos sus jefes de guerilleros vinieron adonde Godolías a Mispá (Jeremías 40, 13)

  • y del resto de Judá, que, como refugiados vinieron acá a Egipto, no quedará evadido ni superviviente para volver a tierra de Judá, adonde se prometen volver para quedarse allí, porque ya no volverán más que algunos huidos. (Jeremías 44, 14)

  • Vinieron a quedar sus ciudades devastadas, tierra reseca y yerma, no vive en ellas nadie, ni discurre por ellas ser humano. (Jeremías 51, 43)

  • Y en esto vinieron, de la dirección del pórtico superior que mira al norte, seis hombres, cada cual con su azote en la mano. En medio de ellos había un hombre vestido de lino con una cartera de escriba a la cintura. Entraron y se detuvieron ante al altar de bronce. (Ezequiel 9, 2)


“O santo silêncio nos permite ouvir mais claramente a voz de Deus”. São Padre Pio de Pietrelcina