Talált 72 Eredmények: ánimo

  • Confía en el Señor, ¡ánimo, arriba! espera en el Señor. (Salmos 27, 14)

  • Ustedes, hijos míos, cobren ánimo, y manténganse firmes en la Ley, que de ella recibirán la gloria. (1 Macabeos 2, 64)

  • Judas vio la dispersión de su ejército y se le quebrantó el ánimo. La batalla era inminente y no tenía tiempo para volverlos a juntar. (1 Macabeos 9, 7)

  • Jonatán habló así a los de su campamento: «¡Animo! Luchemos por nuestras vidas, pues hoy la cosa se pone seria. (1 Macabeos 9, 44)

  • Allí reunió al pueblo y lo animó con este discurso: «Todos conocen lo que yo, mis hermanos y la familia de mi padre hemos hecho por las leyes y el Templo; como también, las guerras y las angustias que hemos soportado. (1 Macabeos 13, 3)

  • Que dé a todos corazón para adorarlo y cumplir su voluntad con gran generosidad y con ánimo sincero, (2 Macabeos 1, 3)

  • Los animó con estas palabras y los dispuso a morir por las leyes y por la patria; (2 Macabeos 8, 21)

  • Una vez que todo el pueblo cumplió la orden, suplicando al Señor misericordioso con lamentaciones, ayunos y oraciones durante tres días seguidos, Judas les habló para darles ánimo, y dio orden de que estuvieran preparados. (2 Macabeos 13, 12)

  • Judas, confiado en la decisión del Creador del mundo, animó a sus hombres a combatir heroicamente hasta la muerte por la Ley, el Templo, la ciudad, la patria y las instituciones. Salió con su ejército y acamparon cerca de Modín. (2 Macabeos 13, 14)

  • Aquel día no pidió nada, pero encontró una ocasión propicia para sus malos designios al ser llamado al consejo de Demetrio. Cuando le preguntaron en qué disposiciones y ánimo se encontraban los judíos, (2 Macabeos 14, 5)

  • ¿Has oído algo? Entiérralo dentro de ti; ¡ánimo, que eso no te hará reventar! (Sirácides (Eclesiástico) 19, 10)

  • La riqueza y la fuerza te dan ánimo, pero más que ambos el temor del Señor. Con el temor del Señor nada falta, no hay que buscar ayuda en otra parte. (Sirácides (Eclesiástico) 40, 26)


“Queira o dulcíssimo Jesus conservar-nos na Sua graça e dar-nos a felicidade de sermos admitidos, quando Ele quiser, no eterno convívio…” São Padre Pio de Pietrelcina