Talált 669 Eredmények: Manos

  • Jesús contestó: «Mi realeza no procede de este mundo. Si fuera rey como los de este mundo, mis guardias habrían luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reinado no es de acá.» (Evangelio según San Juan 18, 36)

  • Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron mucho al ver al Señor. (Evangelio según San Juan 20, 20)

  • Los otros discípulos le dijeron: «Hemos visto al Señor.» Pero él contestó: «Hasta que no vea la marca de los clavos en sus manos, no meta mis dedos en el agujero de los clavos y no introduzca mi mano en la herida de su costado, no creeré.» (Evangelio según San Juan 20, 25)

  • Después dijo a Tomás: «Pon aquí tu dedo y mira mis manos; extiende tu mano y métela en mi costado. Deja de negar y cree.» (Evangelio según San Juan 20, 27)

  • Los presentaron a los apóstoles, quienes se pusieron en oración y les impusieron las manos. (Hecho de los Apóstoles 6, 6)

  • Y fabricaron en aquellos días un becerro, ofrecieron sacrificios al ídolo y festejaron la obra de sus manos. (Hecho de los Apóstoles 7, 41)

  • En realidad, el Altísimo no vive en casas fabricadas por manos de hombres, como dice el Profeta: (Hecho de los Apóstoles 7, 48)

  • Pero entonces les impusieron las manos y recibieron el Espíritu Santo. (Hecho de los Apóstoles 8, 17)

  • Al ver Simón que mediante la imposición de las manos de los apóstoles se transmitía el Espíritu, les ofreció dinero, (Hecho de los Apóstoles 8, 18)

  • diciendo: «Denme a mí también ese poder, de modo que a quien yo imponga las manos reciba el Espíritu Santo.» (Hecho de los Apóstoles 8, 19)

  • pues acaba de tener una visión en que un varón llamado Ananías entraba y le imponía las manos para que recobrara la vista.» (Hecho de los Apóstoles 9, 12)

  • Salió Ananías, entró en la casa y le impuso las manos diciendo: «Hermano Saulo, el Señor Jesús que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recobres la vista y quedes lleno del Espíritu Santo.» (Hecho de los Apóstoles 9, 17)


“Agradeça sempre ao Pai eterno por sua infinita misericórdia”. São Padre Pio de Pietrelcina