Talált 669 Eredmények: Manos

  • De repente la celda se llenó de luz: ¡estaba el ángel del Señor! El ángel tocó a Pedro en el costado y lo despertó diciéndole: «¡Levántate en seguida!» Y se le cayeron las cadenas de las manos. (Hecho de los Apóstoles 12, 7)

  • Entonces Pedro volvió en sí y dijo: «Ahora no cabe duda: el Señor ha enviado su ángel para rescatarme de las manos de Herodes y de todo lo que proyectaban los judíos contra mí.» (Hecho de los Apóstoles 12, 11)

  • Ayunaron e hicieron oraciones, les impusieron las manos y los enviaron. (Hecho de los Apóstoles 13, 3)

  • y tampoco necesita ser servido por manos humanas, pues ¿qué le hace falta al que da a todos la vida, el aliento y todo lo demás? (Hecho de los Apóstoles 17, 25)

  • y al imponerles Pablo las manos, el Espíritu Santo bajó sobre ellos y empezaron a hablar lenguas y a profetizar. (Hecho de los Apóstoles 19, 6)

  • Dios obraba prodigios extraordinarios por las manos de Pablo, (Hecho de los Apóstoles 19, 11)

  • Pero como ustedes mismos pueden ver y oír, ese Pablo ha cambiado la mente de muchísimas personas, no sólo en Efeso, sino en casi toda la provincia de Asia. Según él, los dioses no pueden salir de manos humanas. (Hecho de los Apóstoles 19, 26)

  • Miren mis manos: con ellas he conseguido lo necesario para mí y para mis compañeros, como ustedes bien saben. (Hecho de los Apóstoles 20, 34)

  • Se acercó a nosotros, tomó el cinturón de Pablo, se ató con él de pies y manos y dijo: «Esto dice el Espíritu Santo: Así atarán los judíos al dueño de este cinturón y lo entregarán en manos de los extranjeros.» (Hecho de los Apóstoles 21, 11)

  • Los judíos habían detenido a este hombre y estaban a punto de matarlo, cuando me enteré de que era un ciudadano romano e intervine con la tropa para arrancarlo de sus manos. (Hecho de los Apóstoles 23, 27)

  • Al tercer día los marineros arrojaron al mar con sus propias manos también el aparejo del barco. (Hecho de los Apóstoles 27, 19)

  • Precisamente el padre de Publio estaba en cama con fiebre y disentería. Pablo entró a verlo, oró, le impuso las manos y lo sanó. (Hecho de los Apóstoles 28, 8)


“Para consolar uma alma na sua dor, mostre-lhe todo o bem que ela ainda pode fazer.” São Padre Pio de Pietrelcina