Talált 308 Eredmények: Rut

  • Seguid unidos a mí, que yo lo seguiré estando con vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no está unido a la vid, así tampoco vosotros si no estáis unidos a mí. (Juan 15, 4)

  • Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que permanece unido a mí y yo en él, da mucho fruto; porque sin mí no podéis hacer nada. (Juan 15, 5)

  • "Mi Padre es glorificado si dais mucho fruto y sois mis discípulos. (Juan 15, 8)

  • No me elegisteis vosotros a mí, sino yo a vosotros; y os designé para que vayáis y deis fruto y vuestro fruto permanezca, a fin de que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda. (Juan 15, 16)

  • Quiero que sepáis, hermanos, que muchas veces me he propuesto ir a veros (pero hasta el presente no he podido) para lograr algún fruto también entre vosotros como entre los demás pueblos. (Romanos 1, 13)

  • ¿Qué frutos lograbais entonces? Aquellos de los que ahora os avergonzáis, porque su fin es la muerte. (Romanos 6, 21)

  • Pero ahora, libres del pecado y al servicio de Dios, tenéis como fruto la consagración a Dios y como resultado final la vida eterna. (Romanos 6, 22)

  • Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley en la persona de Cristo, a fin de pertenecer a otro, al resucitado de entre los muertos, para que produzcamos frutos para Dios. (Romanos 7, 4)

  • Pues cuando seguíamos nuestros bajos instintos, la ley avivaba nuestras pasiones pecaminosas, que producían en nuestro cuerpo frutos de muerte. (Romanos 7, 5)

  • en mi viaje para España espero pasar por ahí. Como también espero que, tras disfrutar durante algún tiempo de vuestra compañía, me ayudéis a continuar el viaje. (Romanos 15, 24)

  • los que gozan del mundo, como si no disfrutasen; porque este mundo que contemplamos está para acabar. (I Corintios 7, 31)

  • ¿Cuándo se ha visto que un militar haga la guerra a sus expensas? ¿Quién planta una viña y no come de su fruto? ¿Quién apacienta un rebaño y no toma leche del rebaño? (I Corintios 9, 7)


“O Senhor sempre orienta e chama; mas não se quer segui-lo e responder-lhe, pois só se vê os próprios interesses. Às vezes, pelo fato de se ouvir sempre a Sua voz, ninguém mais se apercebe dela; mas o Senhor ilumina e chama. São os homens que se colocam na posição de não conseguir mais escutar.” São Padre Pio de Pietrelcina