Talált 325 Eredmények: Saúl

  • Saúl le juró: "¡Vive el Señor, que no incurrirás en pena alguna por esto!". (I Samuel 28, 10)

  • Entonces la mujer vio a Samuel y dio un grito. Le dijo a Saúl: "¿Por qué me has engañado? Tú eres Saúl". (I Samuel 28, 12)

  • Saúl le preguntó: "¿Qué aspecto tiene?". Ella respondió: "Es un anciano que sube envuelto en un manto". Saúl comprendió que era Samuel, inclinándose rostro en tierra se prosternó. (I Samuel 28, 14)

  • Samuel dijo a Saúl: "¿Por qué has turbado mi descanso, evocándome?". Saúl respondió: "Estoy en gran aprieto, los filisteos me hacen la guerra y Dios se ha retirado de mí; no me responde ni por medio de los profetas ni por los sueños. Por eso te he evocado para saber qué hacer". (I Samuel 28, 15)

  • Saúl cayó repentinamente en tierra todo lo largo que era, pues las palabras de Samuel le habían llenado de terror; además le faltaron las fuerzas, porque no había comido nada durante todo el día y toda la noche. (I Samuel 28, 20)

  • La mujer se acercó a Saúl y, viéndole tan aterrado, le dijo: "Tu sierva te obedeció; he expuesto mi vida obedeciendo las órdenes que me has dado. (I Samuel 28, 21)

  • Lo presentó a Saúl y sus servidores. Ellos comieron, se levantaron y partieron aquella misma noche. (I Samuel 28, 25)

  • Los jefes de los filisteos preguntaron: "¿Por qué vienen estos hebreos?". Aquís les respondió: "Éste es David, servidor de Saúl, rey de Israel, que ha estado conmigo unos dos años, y no he encontrado nada que reprocharle desde el día en que vino a mí hasta hoy". (I Samuel 29, 3)

  • ¿No es éste aquel David del cual se cantaba danzando: Saúl mató mil y David diez mil?". (I Samuel 29, 5)

  • Los filisteos persiguieron a Saúl y a sus hijos y mataron a Jonatán, a Abinadab y a Malquisúa, hijos de Saúl. (I Samuel 31, 2)

  • El peso de la batalla cayó sobre Saúl. Los arqueros lo alcanzaron, y fue malherido por ellos. (I Samuel 31, 3)

  • Entonces Saúl dijo a su escudero: "Desenvaina tu espada y traspásame con ella, no sea que vengan esos incircuncisos y se burlen de mí". Pero su escudero no quiso, pues tenía mucho miedo. Entonces Saúl agarró su espada y se echó sobre ella. (I Samuel 31, 4)


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