Talált 79 Eredmények: armas

  • Entonces surgió Simón para luchar por su pueblo. Se desprendió de muchas de sus propias riquezas procurando armas y pagas a las milicias de su nación. (I Macabeos 14, 32)

  • Concedo la libertad a Jerusalén y al templo, y que todas las armas que has fabricado y las fortalezas que has construido y ocupado te pertenezcan. (I Macabeos 15, 7)

  • Simón le envió dos mil hombres escogidos para ayudarle, con plata, oro y muchas armas. (I Macabeos 15, 26)

  • Cuando Simón y sus hijos se pusieron alegres, se levantó con sus hombres, tomaron las armas, volvieron a la sala del festín y mataron a Simón, a sus hijos y a algunos de sus servidores. (I Macabeos 16, 16)

  • Cuando el rey tuvo noticia de todo esto, temió que toda Judea se le iba a separar y sublevar; por esto subió de Egipto hecho una fiera, tomó la ciudad por las armas, (II Macabeos 5, 11)

  • "Si confían en su audacia y en sus armas -les dijo-, nosotros confiamos en Dios omnipotente, que puede con un gesto exterminar a todos los que nos invaden, y aun al mundo entero". (II Macabeos 8, 18)

  • Recogieron las armas y el botín de los enemigos y celebraron el sábado, no cesando de alabar y bendecir a Dios, que los había salvado en aquel día y había comenzado a manifestarles su misericordia. (II Macabeos 8, 27)

  • Las armas tomadas al enemigo se guardaron cuidadosamente en lugares seguros; el resto del botín lo llevaron a Jerusalén. (II Macabeos 8, 31)

  • Había entrado en la ciudad de Persépolis, intentando saquear el templo y apoderarse de la ciudad; pero la muchedumbre empuñó las armas y atacó con gran ímpetu, y Antíoco con los suyos tuvo que huir avergonzado. (II Macabeos 9, 2)

  • Terminada la oración, tomaron las armas y salieron de la ciudad. Cuando llegaron cerca del enemigo, se detuvieron. (II Macabeos 10, 27)

  • Rodeando al Macabeo, dos de ellos lo defendían con las armas, lo hacían invulnerable y, al mismo tiempo, lanzaban flechas y rayos contra el enemigo, que caía y se dispersaba en el mayor desorden, herido de ceguera. (II Macabeos 10, 30)

  • Enseguida el Macabeo, tomando el primero las armas, exhortaba a los demás a unirse con él en el peligro para socorrer a sus hermanos. (II Macabeos 11, 7)


“Para que se preocupar com o caminho pelo qual Jesus quer que você chegue à pátria celeste – pelo deserto ou pelo campo – quando tanto por um como por outro se chegará da mesma forma à beatitude eterna?” São Padre Pio de Pietrelcina