Talált 904 Eredmények: restauración de Jerusalén

  • Pablo había resuelto pasar de largo por Éfeso para no perder tiempo en Asia, pues tenía prisa por encontrarse en Jerusalén el día de pentecostés, si era posible. (Hechos 20, 16)

  • Y ahora voy a Jerusalén empujado por el Espíritu, sin saber lo que allí me va a suceder; (Hechos 20, 22)

  • Encontramos a los discípulos y estuvimos con ellos una semana. Ellos, movidos por el Espíritu, decían a Pablo que no fuera a Jerusalén. (Hechos 21, 4)

  • el cual fue a nuestro encuentro, tomó el cinto de Pablo, se ató los pies y las manos, y dijo: "Esto dice el Espíritu Santo: Así atarán en Jerusalén los judíos al hombre de quien es este cinto y lo entregarán en manos de los paganos". (Hechos 21, 11)

  • Cuando oímos esto, le suplicamos, tanto nosotros como los de aquel lugar, que no fuera a Jerusalén. (Hechos 21, 12)

  • Pablo respondió: "¿Qué hacéis llorando y partiéndome el corazón? Yo estoy dispuesto no sólo a ser atado, sino también a morir en Jerusalén por el nombre de Jesús, el Señor". (Hechos 21, 13)

  • Después de unos días, preparamos nuestro equipaje y nos fuimos a Jerusalén. (Hechos 21, 15)

  • Cuando llegamos a Jerusalén, los hermanos nos recibieron con grande alegría. (Hechos 21, 17)

  • Mientras intentaban matarlo, se avisó al comandante de la guarnición de que toda Jerusalén estaba alborotada; (Hechos 21, 31)

  • como me es testigo el sumo sacerdote y el colegio de los ancianos; ellos me dieron cartas para los hermanos de Damasco y fui allá con el fin de traer presos a Jerusalén a los creyentes que encontrara para que fueran castigados. (Hechos 22, 5)

  • Cuando volví a Jerusalén, estando yo orando en el templo, fui arrebatado en éxtasis (Hechos 22, 17)

  • y vi al Señor, que me decía: Date prisa y sal pronto de Jerusalén, porque no recibirán tu testimonio acerca de mí. (Hechos 22, 18)


“Agradeça sempre ao Pai eterno por sua infinita misericórdia”. São Padre Pio de Pietrelcina