1. De David. Poema. ¡Feliz el que ha sido absuelto de su pecado y liberado de su falta!

2. ¡Feliz el hombre a quien el Señor no le tiene en cuenta las culpas, y en cuyo espíritu no hay doblez!

3. Mientras me quedé callado, mis huesos se consumían entre continuos lamentos,

4. porque de día y de noche tu mano pesaba sobre mí; mi savia se secaba por los ardores del verano. Pausa

5. Pero yo reconocí mi pecado, no te escondí mi culpa, pensando: "Confesaré mis faltas al Señor". ¡Y tú perdonaste mi culpa y mi pecado! Pausa

6. Por eso, que todos tus fieles te supliquen en el momento de la angustia; y cuando irrumpan las aguas caudalosas no llegarán hasta ellos.

7. Tú eres mi refugio, tú me libras de los peligros y me colmas con la alegría de la salvación. Pausa

8. Yo te instruiré, te enseñaré el camino que debes seguir; con los ojos puestos en ti, seré tu consejero.

9. No sean irracionales como el caballo y la mula, cuyo brío hay que contener con el bozal y el freno para poder acercarse.

10. ¡Cuántos son los tormentos del malvado! Pero el Señor cubrirá con su amor al que confía en él.

11. ¡Alégrense en el Señor, regocíjense los justos! ¡Canten jubilosos los rectos de corazón!





“De que vale perder-se em vãos temores?” São Padre Pio de Pietrelcina