Löydetty 259 Tulokset: �cuanto

  • Cuando dice: "Hallé descanso, ahora comeré de mis bienes", no sabe cuánto va a durar esto, pues tiene que dejar a otros sus riquezas y morir. (Eclesiástico 11, 19)

  • Recuerda que un ojo codicioso es mala cosa. ¿Qué hay peor que el ojo? Codicia cuanto ve. (Eclesiástico 31, 13)

  • No tiendas la mano a cuanto veas para que no tropieces con tu vecino en el plato. (Eclesiástico 31, 14)

  • Para glorificar al Señor, alabadlo cuanto podáis, porque está muy por encima de vuestras alabanzas. Y al exaltarlo, poned en ello todo empeño; no os canséis, pues nunca llegaréis al fin. (Eclesiástico 43, 30)

  • Moisés lo consagró y lo ungió con óleo santo. Fue para él un pacto eterno y para su descendencia cuanto durara el cielo, para servir al Señor, ejercer el sacerdocio y bendecir al pueblo en su nombre. (Eclesiástico 45, 15)

  • En cuanto a los doce profetas, que sus huesos florezcan en su tumba, porque confortaron a Jacob y lo liberaron con fidelidad de la esperanza. (Eclesiástico 49, 10)

  • Sí, pueblo de Sión que habitas en Jerusalén, no llorarás más: él te dará su gracia, atento a tus gritos de súplica; en cuanto lo oiga, te responderá. (Isaías 30, 19)

  • ¡Acercaos, naciones, para oír, estad atentos, pueblos; escucha, tierra, y cuanto encierras, y tú, universo, con todo tu producto! (Isaías 34, 1)

  • Cantad al Señor un canto nuevo, su alabanza desde los extremos de la tierra; le ensalce el mar y cuanto abarca, las islas con todos sus habitantes. (Isaías 42, 10)

  • En cuanto a mí, éste es mi pacto con ellos, dice el Señor: Mi espíritu, que reposa en ti, y mis palabras, que he puesto en tu boca, no faltarán de tu boca, ni de la boca de tus descendientes, ni de la boca de los descendientes de tus descendientes -dice el Señor- desde ahora y por siempre. (Isaías 59, 21)

  • Esto dice el Señor todopoderoso, Dios de Israel: ¡Multiplicad cuanto queráis vuestros sacrificios y holocaustos y comed la carne! (Jeremías 7, 21)

  • Y en cuanto Jeremías terminó de decir lo que el Señor le había ordenado comunicar a todo el pueblo, los sacerdotes y los profetas lo apresaron, diciendo: "¡Vas a morir! (Jeremías 26, 8)


“Subamos sem nos cansarmos, sob a celeste vista do Salvador. Distanciemo-nos das afeições terrenas. Despojemo-nos do homem velho e vistamo-nos do homem novo. Aspiremos à felicidade que nos está reservada.” São Padre Pio de Pietrelcina